“La gente necesita desesperadamente alimentos y agua limpia”, dijo el portavoz del Ministerio de Salud afgano, Sharafat Zaman, y agregó que los funcionarios han administrado los medicamentos por ahora, pero tratar con aquellos que han perdido sus hogares será un desafío.
“Estamos pidiendo a la comunidad internacional y a las organizaciones humanitarias que nos ayuden con alimentos y medicinas, los sobrevivientes pueden enfermarse porque no cuentan con viviendas y refugios adecuados para vivir”, dijo.
El desastre representa una gran prueba para los líderes del movimiento talibán de línea dura en Afganistán, que han sido rechazados por muchos gobiernos extranjeros por cuestiones de derechos humanos desde que tomaron el control del país el año pasado.
Ayudar a miles de afganos también es un desafío para los países que han impuesto sanciones a los organismos gubernamentales y bancos afganos, cortando la ayuda directa y provocando una crisis humanitaria incluso antes del terremoto.
Las Naciones Unidas y muchos otros países se han apresurado a llegar a las áreas afectadas, y se espera que lleguen más en los próximos días.
La administración talibán afgana ha pedido la revocación de las sanciones y el descongelamiento de miles de millones de dólares en activos del banco central escondidos en instituciones financieras occidentales.
En Kabul, los hospitales más acostumbrados a tratar a las víctimas de la guerra han abierto sus salas para las víctimas del terremoto, pero la mayoría de las personas permanecen en las zonas devastadas por el terremoto.
Hazrat Ali, de 18 años, en la aldea de Wor Kali, dijo: «Nuestras casas están destruidas, no tenemos una tienda… Hay muchos niños con nosotros. No tenemos nada. Nuestra comida y ropa… Todo está bajo los escombros». La región de Barmal es la más afectada.
Él dijo: «He perdido a mis hermanos y mi corazón está roto. Ahora solo somos dos. Los amaba tanto».
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